jueves, 12 de enero de 2012

al volante

desde chiquita siempre me encantó defender a capa y espada mis creencias, mis principios y demás.
a veces (generalmente la verdad) llegaba al punto de obsesionarme con un tema y tratar de convencer y disuadir a mis interlocutores de que yo tenía la razón.
todavía me quedan rastros de esa inmadurez.


pero lo que ahora me trae acá es que uno de mis temas favoritos era el feminismo, pero no feminismo propiamente dicho, sino más bien la defensa del género femenino ante los constantes ataques de mis amigos.
los ataques eran solo bromas, pero de bromas se empieza, y yo me metía en el juego siempre y la mayoría de las veces ganaba todas las discusiones a fuerza de pura perseverancia: los demás se cansaban de discutir y yo recién estaba calentando.


pero algo que jamás pude defender luego de vivirlo en carne propia, es que las mujeres somos buenísimas manejando.
es obvio que hay excepciones, me encanta ver a las mujeres que maniobran tan profesionalmente, se estacionan como cualquier Schumacher y respetan todas las normas de tránsito.


lamentablemente, yo no soy de esas mujeres.
yo soy, literalmente, un peligro al volante.
siempre que soñaba con manejar de niña, me imaginaba a mí misma corriendo por una autopista a 120 km. por hora escuchando a todo volumen mi música favorita (siempre me imaginé con Mr. Jones de Counting Crows)  pero la realidad, de entre 10 y 15 años después, es muy diferente.


misión: llevar ciertos muebles que no cabían en un taxi para ambientar la casa donde grabaríamos el cortometraje.


luego de pensarlo mucho, decidí que podía llevarlos en la vagoneta de dallas.  aproveché una discusión de la noche anterior para al día siguiente "informarle" que tomaba la vagoneta prestada para llevar mis muebles. 
en otra época le hubiera pedido con mi mejor mirada de favores que los lleve él. pero supongo que es algo que agradecer en otra entrada al Gobierno: ahora me volví independiente.  desde que el pobre lleva más de 3 meses encerrado injustamente me valgo solita y me encargo de mis propios líos.
cargamos las cosas en la vagoneta y él empezó con sus dudas y a mirarme inseguramente.  lo mandé a meterse donde le quedase mejor, pero ya que al fin había tomado confianza en mí misma que no me joda la paciencia tratando de que la pierda.
calladito continuó cargando las cosas en la vagoneta (y bueno, después de todo taaan independiente no soy) y me deseó suerte.


primer fail: decirle que la saque del garage.  el retro y las maniobras son algo que no van conmigo, es demasiada arena para mi camioncito entender cómo es que si voy a la derecha y estoy en retro el auto se va a la izquierda, o a la derecha.. al final ni me acuerdo. y maniobrar para salir de ese agujero donde estaba abandonada luego de meses sin uso era imposible para mí.  la sacó con los ojos aguados de tantas cosas que quería gritarme en ese momento pero se lo guardó para decírmelo todo junto cuando lo llamase de a dos cuadras de la casa llorando diciéndole que me choqué. mmm...


segundo fail: ya afuera, me indicó que me cuide, que no vaya muy rápido por la llovizna (sí, el cielo no la pone fácil) y "de pasada" me dijo que el freno de mano estaba puesto.  tratando de disimular mi supina idiotez ya que estaba a punto de quejarme de que el auto no se movía, me callé en mil idiomas y le dije YA SÉ con mi mejor cara de entendida.  ahí me di cuenta de que tenía público: el guardia de enfrente, probablemente súper aburrido frente a un día largo y lluvioso que tenía por delante, se acomodó divertido y sin disimulo para mirarme arrancar e irme.  y no faltaba la querida Juana, que barría la casa ese momento y se  quedó a darle brillo a la galería que daba al garage, hasta ahora creo que son las losas más blancas de toda la casa ya que les dedicó todo el tiempo del mundo en barrerlas y pasarle el repasador tres o cuatro veces mientras esperaba verme arrancar.  para colmo, dallas cerró la puerta y se cruzó de brazos, esperando.
quería sacar la cabeza por la ventana y gritarles a todos esos ociosos que sigan con sus vidas y se vayan a lagartear a otra parte, pero opté por ignorarlos majestuosamente mientras me concentraba en ponerme el cinturón de seguridad y rememorar qué significaba cada pedal bajo mis pies...


tercer fail: arranqué, apreté el botón secreto de alarma que dallas repasó como siete veces para que no lo olvide y me dediqué a lograr esa "conexión" con el auto de la que tanto hablaba mi padre en sus lecciones


"hija, es cuestión de práctica.  vas a sentir de a poco como te conectás con el auto y sentís cuando quiere que dejes el embrague y le des acelerador, el sonido que hace es indiscutible y vas a reconocerlo automáticamente, pronto se va volver automático esto para vos"


automático mis pelotas. pensé cerrar los ojos para sentir el tal ruido y la conexión mágica, pero decidí no hacerlo para no causarle a dallas un ataque de pánico al verme arrancar con los ojos cerrados.
empecé a soltar el embrague y a pulsar el acelerador emocionada, segura de que podría, y justo cuando ya volvían mis visiones y sueños de niña de estar a 120 con la música a todo volumen, se apagó.
pinche auto.
no mirés a dallas.. no mirés a dallas, no mirés a... ayyy, ahí está con esa mirada reprobatoria..


pude leer en sus ojos la certeza de su propia despedida con su querida vagoneta. él sólo esperaba en ese momento la llamada que le haría unos minutos después, llorando, para decirle que me choqué o que pisé a alguien.
pero él estaba loco, lo último que haría si pasara eso sería llamarle. apretaba el acelerador y seguía recto hasta.. hasta el país donde "recto" me llevase, ya que no le entendía al freno y las curvas y esquinas tampoco eran mis amigas, pero lo mismo daba: a Paraguay, Argentina, Brasil, Chile, Los Andes, qué importaba yo no pensaba volver para escuchar toda su sarta de sermones que ese momento él formulaba en su cabeza para gritarme cuando yo metiese la pata.  


el guardia y Juana sonreían divertidos.  me tranquilicé, seguro eso sucedería un montón de veces en mi trayecto, dependiendo de cuántos semáforos rojos me toquen o mejor: de cuántos semáforos verdes pierda.  porque mi estrategia es sencilla: si ves el semáforo rojo ir leeeento, así quizá se ponga verde de milagro cuando al fin llegues a él, y si está verde.. bueno. no olvidar que el pedal de la derecha es el acelerador, meterle con fuerza como si fuera Pie Grande y llegar a la siguiente cuadra.


empecé de nuevo, dar contacto, botón alarma, fijarme en mis espejitos: el de en medio y los lados.
le expliqué a dallas que era que apenas alcanzaba los pedales, su sillón estaba muy atrás, lo acomodó y arranqué. y fui!. seguí recto, recto, esperando desaparecer del campo de visión de dallas y del guardia chusma que reía lo antes posible.  y no pensé...


llegué a la primer avenida con el gran error de que como seguí recto sin pensar, entré a la avenida por la calle equivocada, no tenía puente que siga recto. tendría que entrar en la avenida y buscar un puente para retornar.. PERO QUÉ PENSABA? estaba loca? si doblar una esquina era un parto entero cómo pensaba retornar en un puente en una avenida transitada? fail... qué número ya? mejor no seguir contando...


así que me detuve en la esquina de la calle y la avenida, y respiré.  sopesé todas mis opciones:


a) volver: cómo? ir de retro o dar una vuelta en u en una misma calle eran opciones que se reían de mí desde su imposibilidad.  solo me quedaba salir del auto y empujarlo desde adelante las 6 cuadras de vuelta a la casa... nop. ni loca volvía. el guardia sólo se reiría de mí, dallas se enojaría de tener que descargar todo de vuelta y yo tendría que pagar 2 taxis para llevar todo.


b) llamar a alguien que sepa manejar que venga en taxi y me lleve a dejar los muebles y de vuelta... nop. a quién? todos estaban ocupados o en sus trabajos o ya en la casa para el cortometraje.. mm, podría esperar a que sea mediodía y llamar a una amiga que salía de su trabajo a almorzar a que venga y lo lleve el auto. y mientras tanto.. hacer hora en esa esquina. mm nop. dallas me dijo que lo llame ni bien llegue a la casa. no puedo mentirle y se preocuparía..  o podría pagarle a alguien que camine por ahí que sepa manejar para que me lleve.. noooo EN QUÉ ESTABA PENSANDO? le daba en bandeja de oro a cualquier persona convertirse en un secuestrador/ladrón de autos sin culpa alguna. nop, nop, nop.


c) conseguirme bolas de algún lado y entrar en esa estúpida avenida tratando de no raspar a los autos estacionados ahí y de que no me lleve por delante los que vengan por detrás... y bueno..


suspiré 3 veces y elegí la tercera opción.


arranqué de nuevo, no se apagó, era buena señal.  fui despacito lo más cerca posible de la avenida y traté de ver si no venía nadie. cuando pareció que no había autos a la vista me animé y fiuu, estaba manejando por la avenida. y así. 


yendo recto, recto, dí con el cuarto anillo, esa avenida que bordea toda la ciudad y en la cual podría ir tranquilamente hasta encontrar la avenida por la cual tendría que entrar de nuevo al centro.. y fui por ahí, detrás de todos los camiones que circulaban por ahí y me miraban entre divertidos y exasperados ante mi lentitud.  porque 20 km por hora era mucho ya. trataba de mantenerme en 10, pero me gritaron bastante.


para muestra un botón, como dice papá.


no voy a poder describir todo lo que pasó en ese cuarto anillo con exactitud, ni todo lo que me gritaron, o lo feliz que me sentía de estar manejando, o cuando, entrando ya al centro, la confianza se difuminó en cuestión de segundos frente a un semáforo ridículo que me hizo frenar en seco y apagó el motor..


o lo que me gritó el tipo de la vagoneta de atrás que trancaba toda la calle por apegarse demasiado a pesar de mis señas de que no lo haga cuando luego de 2 semáforos verdes seguidos no lograba arrancar y luego de sacudones del auto, el motor se echaba a dormir. rezaba porque el tipo se baje y venga dispuesto a pegarme o algo porque así le rogaría que él pase los semáforos y lleve el auto a una zona menos transitada, pero no se bajó nunca. al tercer semáforo ya pude, y calculé acertadamente que el tipo se vendría encima a toda bala para enseñarme su dedo del medio o algo por el estilo. sin mirarlo seguí a mis 10 km/h recto, recto...


y llegué.


gracias a Dios la cuadra vacía, y así me estacioné.


estaba bastante orgullosa de mi estacionada hasta que un compañero que ayudó a bajar los muebles me propuso contar cuántos pasos daba desde la vereda hasta mi auto.. no le presté atención, pero los 4 pasos que contó en voz alta me martillaron el corazón y el orgullo de mi estacionada.


antes de entrar a la casa recordé que me faltaba algo: las llaves! que me saludaban muy felices desde el contacto.. agradecí a Dios que dallas esté encerrado y no haya visto eso.


así es como no puedo defender nada. presto atención al ir por la calle, y las mujeres se mandan cada idiotez detrás del volante que simplemente no puedo defender nada.
defiendo con orgullo a quienes sí pueden dominar un auto. pero yo y varias colegas féminas.. no tenemos nada que hacer ahí. al menos hablo por mí.


a la vuelta, un caritativo compañero me llevó.  y tuvo la genial idea de devolverme el auto 3 cuadras antes de la casa, para que pareciera que lo traje de vuelta.  nosé cómo, pero me las arreglé para poner en peligro evidente el espejo retrovisor del lado del copiloto con un arbusto que no mataría ni una mosca en situación normal...


pero conmigo al volante, todo se vuelve un peligro constante!

domingo, 8 de enero de 2012

los platos de la vida

lavar los platos es sencillo.
uno solamente debe concentrarse en restregarlos y la suciedad se va, se va por la cañería y todos tranquilos. aquí no pasó nada.


yo podría lavar los platos de cualquiera. cualquier día, lo que sea que hayan comido se borrará y listo. todos tranquilos. no importa lo que haya sido ni cuánto haya manchado, o cómo lo hayan disfrutado, se borró.


pero borrar los errores, es más jodido.
para empezar, sería simple si fueran solamente errores míos.
errores que yo cometí y por los cuales debo disculparme, en mi anterior entrada traté de ser lo más abierta posible y hacer entender cuánto me afecta mi humanidad, es decir, mis falencias. mis grandes tropiezos que lastiman a otros.
pero.. eso es cosa de cada uno, y es la cruz que cada uno de nosotros debemos llevar.
y los errores ajenos?  esos que te dejan en shock, te transportan a otra realidad y lastiman a los demás?.


ya no se trata de uno nomás acá. se trata de lo difícil que es sobrellevar la vida no solo con nuestros errores, sino que encima los de los demás también nos hacen tambalear. con lo pesada que de por sí ya es nuestra cruz..


yo podría lavar los platos de cualquiera, me divierte hacerlo, me gusta, me tranquiliza dejar limpio todo.
ojalá pudiera lavar los tropezones de todos.
ojalá pudiera restregar sus "platos" de errores que se mandan en vez de recoger los pedacitos en que dejan a los demás.


qué hace uno cuando un segundo lastima a un tercero?´
qué hace cuando los errores de tercero lastiman a ... lo lastiman a tercero mismo?
cómo aprendo a vivir siendo testigo de una ecuación tan imperfecta?.


hoy vi a papá llorar.
lo ví y me sentí pequeñita.
pequeñita de edad, de tamaño, de materia, en volumen, todo.
me sentía incapaz.
no sabía qué hacer o qué decirle.


explicarle que la vida no siempre es justa con la gente buena me pareció lo más acertado..
no me juzguen. es jodido.
cuando escuché sus acusaciones hacia terceros, lo detuve. no pude tenerle pena ya.
le explique también que todos cometen errores. y él no se libraba.
que a veces nos tropezamos con las mismas piedras que ponemos en el camino de los demás.
pero el lloró.
y no sabía qué hacer.


solo quería escribirle en la mano el link de mi entrada anterior. y decirle que lo sentía.
lo sentía tanto.
pero no ayudaba, no ayuda.
y no sabía que hacer para que se sienta mejor.
a veces.. lo que la gente quiere, no es lo que necesita.
mejor lo decimos mejor: generalmente lo que la gente quiere no es lo que necesita


y de todos modos, quién era yo para saber qué era lo que necesitaba?
solo alguien muy pequeñito. muy pequeñito.
alguien mínimo frente a él, viéndole llorar.
no es la primera vez.
pero sí es la primera que es por cuestiones de él mismo.


solo atiné a decirle unas cuantas cosas mínimas, a instarle a seguir adelante, a dejar de culpar a otros por errores propios, a que encuentre cómo ser mejor dentro suyo, a que reconozca sus tropiezos, que aprenda a levantarse, que nunca es tarde.
y luego solo me levanté de la mesa.
y me puse a lavar los platos.


qué difícil es ser grande.
cómo protejo a mi familia de los demás? de la vida? de ellos mismos?
cómo?


que difícil es saber qué decir, cómo reaccionar.
que sencillo es lavar los platos.


ojalá pudiera lavarlos a tiempo todos, no dejar manchitas en ninguno y así nadie sale lastimado.
ojalá ahora no hubiera tantos platos rotos que recoger y remendar, porque no tengo idea por dónde se empieza.
ojalá pudiéramos empezar a ver la luz al final del túnel, el resplandor tras la noche oscura, ojalá pudiéramos sentir cerquita el aire al salir de debajo del agua.
ojalá..


porque una se siente tan chiquitita. tan mínima.
hoy ví a papá llorar, y eso es algo que nadie debería ver.
nadie debería experimentar lo doloroso de ver a su padre roto, llorando.
y por eso me disculpo contigo bebé.. porque tu mamá también llora.
ojalá no puedas sentir mi tristeza y nades en tu mundo amniótico sin preocupaciones. sin dolor.
lejos del mundo humano. cerquita de mi corazón.
te amo.